Tenía 4 años, y como a cualquier otro niño, me gustaba ver a esos hombres de blanco que cautivaban al pueblo. Para ellos debía ser un honor defender esos colores. Y a mí no me costaba soñar que algún día podía ser uno de ellos.
La gente se agolpaba en las calles para ver esa imagen, y quedaban atónitos ante tal juego.
Le pregunté a mi padre ¿que debo hacer para ser de Madid?.
Mi padre indagó, y le asesoraron que debía hacerme socio, y que con el tiempo llegaría a formar parte de ese grupo de privilegiados del Lunes Santo.
En la actualidad tengo 25 años, y sigo esperando una llamada. Y entre espera y espera me pregunto, ¿donde estará la lista de espera, en la que me apunté? ¿por qué puesto iré?
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