Ya llegó tu día.
Casi un centenar de enamorados se disponen a llegar hasta el altar para sellar ese matrimonio que año tras año todo día de la Trinidad nos acontece.
Joaquín habrá sacado de tu ajuar el mejor de tus vestidos.
Pero, yo no podré verlo.
Una corona postrada en tu cabeza realzará a la Reina de un barrio que quiso llevar tu nombre.
Pero, yo no podré verlo.
Trinidad¡¡¡. Trinidad será el nombre que aclamen todos los presentes que se crucen en tu camino.
Pero, yo no podré verlo.
Una mirada tuyo hará felices a trinitarios, malagueños, cristianos, y si me apuras también ateos.
Pero, yo no podré verlo.
Por qué tú repartes bondad, cariño, esperanza,...
Y solo un ciego no podría verlo.
P.D. Si duele verte y no poder llevarte, mayor dolor es saber que sales a pasear y no puedo estar presente.
Por. José Luis Flores
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