18 de marzo de 2017

Dar huellas, dejar huellas

Definimos huella dactilar como la característica individual que se utiliza como medio de identificación de las personas. Se podría decir que es el símbolo de la individualidad hecho marca. No hay dos personas con la misma huella, y es por eso que nuestra Huella Trinitaria tiene tanto significado para nosotros. El Lunes Santo no existe la individualidad. Todo aquel que se mete bajo ese reducido número de metros cuadrados renuncia a la mayoría de sus sentidos, en ciertos momentos al aire que respira, y por supuesto renuncia a su individualidad. Durante esas horas son la Mesa de la Trinidad, y la Mesa, como individuo tiene sus características propias y, como no, su propia huella. Nuestra huella es mucho más que un símbolo, es algo más que un escudo o un diseño impreso en una camiseta. Es mucho más que un cuadro que enmarca un cíngulo dorado que quizás, y solo quizás, a veces se le da al tío que más plata limpia o que más tiempo dispone en su vida para poder ir día tras día a hacer, en algunas ocasiones, solo acto de presencia en un lugar sin aportar nada, sin dejar huella.
Nuestra huella, si se me permite, tiene incluso más valor que algún escudo de oro entregado de forma infame y mantenido de forma absurda a quien con terror se autoproclamo caudillo de un país dividido y temeroso.  Nuestra huella es amor, hermandad, amistad, orgullo, ritmo, música, reto, el del cuchillo, rezo, admiración y una infinidad de palabras que componen la base de lo que significa este grupo para todos y cada uno de los miembros que lo componen. Nuestra huella se entrega en definitiva a aquellos que de alguna forma han dejado huella en los corazones de los que tenemos por único fin cofrade el que María Santísima de la Trinidad Coronada se pasee de la mejor forma posible por los salones de la Málaga cofrade como dijo un buen pregonero de nuestro cartel hace algunos años. Nuestra huella no se da por compromiso, nuestra huella se da al compromiso. Nuestra huella no se da para alimentar el ego de nadie ni para quedar bien. Quien recibe la huella de nuestra Mesa, recibe algo más que un cuadro que colgar, recibe un reconocimiento al trabajo callado, a veces invisible de quien puede que nunca sea reconocido de otra forma, o quizás sea reconocido demasiado tarde. En definitiva, quien recibe la huella, recibe de este grupo de hermanos todo lo mejor que podemos dar de nosotros mismos, recibe nuestro ser, recibe nuestra admiración y recibe nuestro cariño.
¿Cómo no iba a tener una Huella Trinitaria el autor de la letra que, como si del padre nuestro se tratara, conoce todo cofrade trinitario? Era un debe muy grande el que arrastrábamos y ya ha sido subsanado. Su gente siempre por delante y acertado o no siempre de cara. Una idea de cambio, un plan para llevarlo a cabo y capacidad para aglutinar en torno a una idea común a treinta y tantos tíos, cada uno de su padre y de su madre que se dejan llevar por quien saben que va a estar al frente cuando vengan mal dadas. Hombre de trono curtido en mil batallas y sincero capataz que entendió muy pronto que la Mesa era su sitio, que allí era el sitio donde de verdad podía ser él mismo, que necesitaba el contacto piel con piel y voz con voz de sus hermanos de Mesa, de aquellos con los que se siente en la misma onda, con el mismo objetivo, aunque para ello tuviera que renunciar a vele la cara mientras que de tanto en tanto ayudaba a dibujar curvas de ensueño que nunca pudo disfrutar. Fiel defensor del rock and roll por la Alameda y del Subterráneo por Tejón y Rodríguez, capaz de darte la razón y quitártela en el mismo minuto, capaz de hacerse respetar debajo de un trono incluso llevando mallas de corredor y de poner firme a 40 cotorras para escuchar la música “¡Señores, nos callamos eh! Vamos a disfrutar…” ¿¡Cómo no iba a recibir nuestra Huella!? La respuesta es muy sencilla, es complicado darle un reconocimiento a Víctor Carnero, pues es difícil que la persona que propone a otras personas para recibir dicho galardón no se entere de que es él el premiado, y es por eso que de forma excepcional este año decidimos darle la huella a otro hermano de Mesa a la vez y así engañarlos a los dos haciéndoles creer que era el otro el que recibía nuestra Huella. Ese compañero es nuestro hermano Flores y cualquiera que haya hablado con él aunque sea un minuto sabe que José Luis Flores es el Alma de la Mesa. No era cofrade, llegó para grabar nuestro recorrido un Lunes Santo y desde ese mismo momento decidió que ese era su sitio, que esa era su gente. Pionero en contar lo incontable, capaz de hacer un estudio acerca del trono con infinidad de datos de todo tipo y que tristemente cayó en el cajón del Hermano Mayor de turno que no fue capaz de ni siquiera echarle un vistazo. Alma madre de nuestro portal al mundo virtual, nuestro blog, allí donde mucho antes de la existencia de WhatsApp nuestro grupo de hermanos ya interactuaban entre sí en un modesto chat que había habilitado. Creador de la que es probablemente la cuenta de twitter más longeva de la hermandad, donde más de un Lunes Santo se retransmitió a golpe de tuit que marcha iba a sonar, donde estábamos, que hacíamos, que pasaba…pero sobre todo creador, creador de historias que nos hicieron volar, motivarnos y romper con una tendencia negativa en cuanto a la marcha de trono en la calle, pese al disgusto de alguno que no supo entender que la banda sonora del Último Mohicano casaba de forma perfecta no solo con la cara de nuestra Trinidad, sino con los corazones de unos hombres de trono que una vez proyectado el vídeo en la pared del salón de tronos de nuestra hermandad salieron a comerse Málaga entera al compás del paso trinitario que tanto nos gusta y nos identifica.

Dos amigos, dos compadres, dos hermanos que son huella, que dejan huella. Vuestra Mesa os quiere. Enhorabuena a ambos.

Javi Díaz.

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