Llego el día esperado, y tras meses de espera nuestra madre vuelve a estar
entre nosotros. En el salón de tronos de nuestra casa-hermandad se nos presentó
más radiante que nunca y con la blancura propia que recuerdan los que ya peinan
más de una cana y tuvieron el placer de conocerla aquel lejano día ya de 1968.
No sabría valorar en sí lo que ha significado esta restauración artísticamente
pues éste que escribe no tiene los conocimientos propios para realizar ese
análisis, pero lo que si os puedo contar es que nuestra Trinidad es la Trinidad
de siempre, ¿Para qué intentar mejorar lo que es inmejorable?