Una mañana más, y van doce, nos volvíamos a reunir para
mostrarle a la Málaga cofrade que en la Trinidad tenemos ilusión por hacer
cosas. En un tiempo en el que los cofrades de base, esos que se autoproclaman
verdaderos y que se consideran auténticos cuando desprecian y critican pregones
y carteles alzan la voz, éste grupo de hermanos reivindica esa tarea. Un acto
montado con el único fin de enaltecer a su imagen de devoción y fomentar la
hermandad nunca puede ser criticable de una forma tan gratuita. En una época de
redes sociales, de mensajería instantánea y de información rápida que se
consume de forma aún más rápida, el cartel anunciador es más necesario que
nunca. Lo digital se consume y se pierde en la nube, por otro lado, ahí quedará
nuestro cartel puesto en ese escaparate quien sabe si semanas, meses o un año,
cuando sea sustituido por el siguiente.
Estábamos citados a las 12:00 del medio día en la sala de juntas de nuestra
hermandad, una sala de juntas que también tiene su corazoncito, y después de lo
vivido hace escasos días necesitaba algo agradable que escuchar. Los
componentes de nuestra querida banda iban llegando a cuenta gotas cargados de
sus instrumentos, y antes de que se abrieran las puertas, ya quisieron hacernos
un regalo a los allí presentes. A modo de ensayo sonaba “Y en Triana la O” y
ése balanceo izquierda derecha recordando días felices era inevitable en los
pocos que nos encontrábamos allí.
Con el salón de actos repleto, empezaba el acto. Como si de nuestra salida
procesional se tratara,
sonaba “Alma de la Trinidad”, y tras agradecer con aplausos la marcha tocada por nuestra Trinidad Sinfónica, nuestro hermano Paco Hidalgo tomaba la palabra para invitar a Carlos Ismael Álvarez, comisario episcopal de nuestra hermandad, y a los autores del cartel, nuestros hermanos Nicolás Gómez y José Luis Flores a descubrir la fotografía que éste año ilustra nuestra estación de penitencia. Un cartel que no es más que un primer plano de nuestra madre, tan sencillo y tan difícil. Una fotografía tomada a cuatro manos y envuelta en papel de regalo malva por todo un grupo de amigos que parecen querer decirle a la Málaga cofrade: esto es lo que os estabais perdiendo.
sonaba “Alma de la Trinidad”, y tras agradecer con aplausos la marcha tocada por nuestra Trinidad Sinfónica, nuestro hermano Paco Hidalgo tomaba la palabra para invitar a Carlos Ismael Álvarez, comisario episcopal de nuestra hermandad, y a los autores del cartel, nuestros hermanos Nicolás Gómez y José Luis Flores a descubrir la fotografía que éste año ilustra nuestra estación de penitencia. Un cartel que no es más que un primer plano de nuestra madre, tan sencillo y tan difícil. Una fotografía tomada a cuatro manos y envuelta en papel de regalo malva por todo un grupo de amigos que parecen querer decirle a la Málaga cofrade: esto es lo que os estabais perdiendo.
Tras descubrir el cartel, nuestro hermano Paco recordó un fragmento del pregón
que dio Carlos Ismael Álvarez en el teatro Cervantes hace ya unos años para
anunciar nuestra semana mayor, un fragmento dedicado a María Santísima de la
Esperanza que sirvió de bienvenida a nuestra hermandad al comisario episcopal que
tiene la tarea de guiar los pasos de nuestra cofradía. Tras esas palabras, Paco
quiso también tomarse un momento para reivindicar la cordura perdida, para
pedir en definitiva, paz entre nosotros.
Llegaba el momento de entregar nuestra huella trinitaria, donde se produciría
la sorpresa de la tarde.
Tras hacer creer a nuestro hermano Paco Hidalgo que la huella sería entregada a otra persona, nuestro compañero Víctor Carnero subió al estrado para hacer una introducción de la persona que recibiría tal galardón, que no era otra persona que el mismo Paco. A medida que nuestro hermano Víctor hablaba, la cara de nuestro amigo iba cambiando; al principio negaba ser merecedor del reconocimiento, nada más lejos. Tras asimilarlo, su cara cambió expresando gratitud, la gratitud de un hombre imprescindible en nuestra causa. Hermano, siempre fuiste de pocas palabras, pero certeras. Palabras que se hacen escuchar y respetar. Amigo, siempre fuiste de largas miradas y sonrisas irónicas. De los que te dan un palo y te miran a la cara, porque así es como actúan los que no esconden miserias. Siempre te mantuviste a un lado. En el traslado, nunca caminaste delante de ellos, ni siquiera en la época en la que por una cosa u otra, eras un niño de la casa. Eso siempre se lo dejaste a otros, a esos a los que sí que le gustan la medalla y la chaqueta. Ya pregonaste a tu devoción, a tu Mesa y a tus hermanos, y fue el mejor pregón trinitario jamás contado. Un pregón salido desde lo más profundo de un corazón malva. Hermano Paco, éste no es solo un reconocimiento a tu persona. Es un reconocimiento a toda una familia trinitaria que nunca recibió un cíngulo dorado. Es un reconocimiento a aquella mujer que dedicando su tiempo y su esfuerzo, una vez confecciono, casi de la nada, un ajuar digno para nuestra madre. Un reconocimiento también a un hombre de hermandad, que estuvo presente en los momentos claves de ésta cofradía, y un reconocimiento, sobre todo, a uno de aquellos chavales, que tras hacerse hombre bajo los varales de nuestra madre un día dijo ¡Basta!, y decidió junto a otros, que quizás bajo la oscuridad de la mesa, su labor era más gratificante que la que hacía desde la comodidad del varal 8. Hermano Paco, desde el cariño, y el más profundo respeto de todos tus compañeros hemos querido hacerte entrega de nuestra Huella Trinitaria. Porque todos hablamos de que somos trinitarios, pero sólo tú has mamado ese antiguo barrio que ahora tanto anhelamos, y tú, principalmente, eres el que mejor sabe transmitir lo que significa la palabra “Trinidad” en todos los sentidos.
Tras hacer creer a nuestro hermano Paco Hidalgo que la huella sería entregada a otra persona, nuestro compañero Víctor Carnero subió al estrado para hacer una introducción de la persona que recibiría tal galardón, que no era otra persona que el mismo Paco. A medida que nuestro hermano Víctor hablaba, la cara de nuestro amigo iba cambiando; al principio negaba ser merecedor del reconocimiento, nada más lejos. Tras asimilarlo, su cara cambió expresando gratitud, la gratitud de un hombre imprescindible en nuestra causa. Hermano, siempre fuiste de pocas palabras, pero certeras. Palabras que se hacen escuchar y respetar. Amigo, siempre fuiste de largas miradas y sonrisas irónicas. De los que te dan un palo y te miran a la cara, porque así es como actúan los que no esconden miserias. Siempre te mantuviste a un lado. En el traslado, nunca caminaste delante de ellos, ni siquiera en la época en la que por una cosa u otra, eras un niño de la casa. Eso siempre se lo dejaste a otros, a esos a los que sí que le gustan la medalla y la chaqueta. Ya pregonaste a tu devoción, a tu Mesa y a tus hermanos, y fue el mejor pregón trinitario jamás contado. Un pregón salido desde lo más profundo de un corazón malva. Hermano Paco, éste no es solo un reconocimiento a tu persona. Es un reconocimiento a toda una familia trinitaria que nunca recibió un cíngulo dorado. Es un reconocimiento a aquella mujer que dedicando su tiempo y su esfuerzo, una vez confecciono, casi de la nada, un ajuar digno para nuestra madre. Un reconocimiento también a un hombre de hermandad, que estuvo presente en los momentos claves de ésta cofradía, y un reconocimiento, sobre todo, a uno de aquellos chavales, que tras hacerse hombre bajo los varales de nuestra madre un día dijo ¡Basta!, y decidió junto a otros, que quizás bajo la oscuridad de la mesa, su labor era más gratificante que la que hacía desde la comodidad del varal 8. Hermano Paco, desde el cariño, y el más profundo respeto de todos tus compañeros hemos querido hacerte entrega de nuestra Huella Trinitaria. Porque todos hablamos de que somos trinitarios, pero sólo tú has mamado ese antiguo barrio que ahora tanto anhelamos, y tú, principalmente, eres el que mejor sabe transmitir lo que significa la palabra “Trinidad” en todos los sentidos.
Seguía adelante nuestro acto, y tras agradecer la huella, Paco Hidalgo daba
paso a Francisco Jiménez Valverde, pregonero del año anterior que tenía hoy la
tarea de presentar a Juan Ramón Romero, pregonero de éste 2015. Paquito
Jiménez, como es conocido en nuestro mundo cofrade, volvió a dar de nuevo
muestras de lo que es, y de lo que sabe hacer. Leía hace poco un tuit de un
buen amigo de ésta mesa, Alberto Zumaquero. Ese tuit decía algo así como “ya se
han adelantado con Berzosa, verás que se llevan también a Paquito Jiménez de
pregonero” se refería así a la elección por parte del Consejo de Hermandades de
Sevilla de Raúl Berzosa como pintor del cartel anunciador de su Semana Santa, y
a la vez, reclamaba de una vez, poner fin a esa torpeza de la agrupación de
cofradías que aún, no ha sabido ver como pregonero de nuestra Semana mayor a
Francisco Luis Jiménez Valverde. ¡Qué
razón tienes Alberto! Paco Jiménez es patrimonio de nuestra Semana Santa, y
esperemos que nuestra agrupación de cofradías se dé cuenta de ello más pronto
que tarde. Tras las emotivas palabras que sirvieron para presentar a su amigo
Juan Ramón Romero, nuestra Sinfónica, volvió a interpretar una pieza. Ésta vez,
y en honor a nuestro pregonero, sonó el pasodoble taurino “Málaga tierra ideal”
Juan Ramón Romero empezó su pregón agradeciendo tantas muestras de cariño, y
después abrió su corazón a los allí presentes que pudieron observar como vive y
como siente la Semana Santa y la vida en general, un hombre auténtico.
Especialmente aplaudidas fueron algunas de sus palabras dedicadas a nuestra
madre “no hay nada más bello y sublime que ver a la Trinidad caminando por los
salones de nuestra Málaga eterna” reivindicó también el papel del hombre de
trono malagueño, al que Juan Ramón quiso llamar “Caballero de trono”, y también
se quiso recordar el momento en el que él mismo, allá por 2013 narraba el paso
de nuestra madre por calle Larios a los sones de “Y en Triana la O” que volvía
a sonar interpretada por nuestra banda. Juan Ramón verso sobre la vida, sobre
el ser humano y no fueron pocos los símiles que hizo entre la Semana Santa y el
mundo taurino, ese mundo que él, como torero que es, domina al cien por cien. Juan
Ramón emocionó a los allí presentes con sus palabras, pero especialmente
emotivas, eran las pausas que se tomaba para contar anécdotas y símiles
taurinos. Especialmente bonita fue la anécdota que contó acerca de un toro
indultado por él mismo en Mijas, que también conocía el cariño por ese ser que
una vez le dio la vida; su madre. Todos tenemos una madre, decía Juan Ramón, y
aunque no esté, está.
Hace unas semanas, tras una reunión con Juan Ramón, un hermano de ésta Mesa le
preguntaba: “Juan Ramón, ¿se torea como se vive?”, “Total y absolutamente”
decía nuestro pregonero. Éste que escribe no sabe si se torea como se vive, o
se vive como se torea, lo que sí sabe, es que Juan Ramón vive y torea, o torea
y vive con el corazón por delante y las emociones sobresaltadas. Con ése
corazón inocente del niño que un día pidió a sus padres un traje de torero para
torear vacas y que finalmente, a los 48 años acabó haciendo realidad su sueño
tomando la alternativa. Juan Ramón, desde éstas líneas solo queremos hacerte
llegar nuestro agradecimiento por enaltecer con tus palabras el bello rostro de
nuestra madre. Habrá más encuentros, porque eres de los nuestros.
Salón en pie para despedir a Juan Ramón y tras ese minuto de gloria bien merecido, fue Carlos Ismael Álvarez quien quiso tomar la palabra para despedir el acto. Palabras sabias y muy sensatas de un hombre que viene a aprender, que viene a empaparse de nuestros titulares, de nuestra hermandad y de nuestro barrio. De un hombre, que quiso dejar claro en su breve discurso que aquí sobra todo aquél que no venga con las intenciones de trabajar para engrandecer a nuestros titulares y a nuestra cofradía. Señor Carlos Ismael Álvarez, desde estas líneas nuestro agradecimiento, y también un ofrecimiento: aquí está nuestra mano, para lo que le haga falta. Se cerraba el acto de la mejor forma posible. Nuestra banda interpretaba de nuevo ese pack trinitario formado por las marchas
“Coronación de la Trinidad” y “Rezo a tus pies” Cantándole a María Santísima de la Trinidad que mientras estemos bajo sus pies nunca andará sola cerrábamos un acto muy digno del que nos sentimos orgullosos. Terminábamos así otro acto más, y tras las pertinentes fotos de rigor, nos dirigimos a la casa-hermandad de Expiración para hacer una comida de hermandad, pero lo que pasó allí, no será contado. Sólo recordado con alegría por todos los que allí se reunieron para celebrar que otro año más, estamos en la época que más nos gusta.
Javi Díaz.
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