Diego Carnero: “Hombredetrono”

Antes de empezar quisiera explicarles porqué lo denomino “Hombredetrono”, palabra única y exclusiva para los malagueños afortunados .Hace algunos años, su amigo y compañero, Pepe Prado, se autodenominaba así en un pregón de la Asociación Cultural Hombre de Trono, de la cual Diego es socio y miembro de su Junta, desde ese día Diego quiso autodenominarse así y no faltaré a su voluntad.

Esta Semana Santa , la del 2008, ha sido especial para la Mesa de la Trinidad, ha sido fabulosa en cuanto al recorrido y al trabajo realizado se refiere, pero, en esta Semana Santa nos ha faltado alguien, alguien que a sus 53 años decidió dejar su “trocito” de varal y dar paso así a alguien más joven. Sin embargo, como así sospechábamos, Diego no dejó a su Virgen sola, la acompañó durante todo el recorrido, y más de una vez, al levantar el faldón y decirnos: “Chavales, ¿cómo vais?”, tuvo que contener sus ganas de hincar el hombro, porque un Hombredetrono sabe cuando ha de dejarlo, y así lo ha hecho Diego.

Sería demasiado biográfico, por lo tanto aburrido, enumerarles los años de experiencia de este Hombredetrono, así que solo os diré que tuvo el orgullo de pasear al “Señor de Málaga”, que trabajó en el submarino de la Soledad del Sepulcro (qué orgulloso iba a buscar su sitio en el varal con su camiseta de la Soledad acompañado de su amigo Luís), y que, por último, sus últimos 3 años bajo el varal, los decidió compartir con su hijo, a los pies de la Reina de la Trinidad, dejando así su puesto en el Cautivo. Y digo sus últimos 3 años bajo el varal, porque no han sido sus últimos 3 años como Hombredetrono, ya que un buen Hombredetrono, una vez retirado, nunca deja de ser Hombredetrono.

Por último, quiero volver a agradecerle sus años bajo el varal y darle la enhorabuena por el homenaje que recibió por parte de sus compañeros de la Mesa, al colocarle una placa con su nombre en su “trocito” de varal, y ahora, a título personal, quisiera darte las gracias por haberme inculcado esta maravillosa tradición y por haberme enseñado que no hay mayor orgullo que te llamen Hombredetrono, tu hijo ya ha recogido tu testigo y, quién sabe, a lo mejor tu nieto Víctor ocupa algún día tu puesto, entonces al ver tu nombre en el varal dirá con orgullo, “este es mi abuelo, un gran Hombredetrono”

Por: Victor Carnero, un Hombredetrono de la Trinidad